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- ¿Cómo lo hacen en las películas para que no te importe la muerte de alguien, o que incluso la desees?
- Si quieren que no te importe han de convertirlo en un Sancho Panza. Lo muestran como un personaje irrelevante que sólo cobra sentido por su sacrificio. Lo muestran bastante plano, sin contexto. En caso de que quieran que desees su muerte te lo mostrarán como un monstruo, acentuando sus rasgos despreciables y deshumanizándolo. Su vida cotidiana se mostrará como una retahíla de situaciones obscenas en las que cada una de sus acciones irán cargándote de sentimientos desagradables.
- Si se hace en las películas también se puede hacer en la vida real. ¿No?
- Por supuesto. Convertir a un colectivo en un monstruo obsceno o a un individuo en una cucaracha hace que aceptemos de antemano que sea visto como una aberración que haya que controlar. Por esto los políticos se afanan en mostrarse a sí mismos en actos de bondad pública. Quieren humanizarse, que les consideren dignos. Porque en esencia las personas son lo que el resto de gente considera de ellos. Por contra, cuando se estigmatiza a un colectivo se simplifica, se amaga cualquier atributo positivo para demonizarlo y poder descargar nuestras fuerzas thanáticas contra ese alguien presuntamente "no humano".
- ¿Qué necesidad habría de cargar contra otros? ¿Generar enemigos para luego destrozarlos?
- La tensión, la necesidad de dominar o cierta impotencia. En el instinto humano yace también la violencia. A veces es necesario descargarla. Lo que hace bien el cine es posibilitar descargar este impulso contra seres de ficción. El problema es cuando se pretende descargar esta ira sobre seres de carne y hueso. Cuando algún medio banaliza y simplifica al "otro" y sobre todo si es para convertirlo en enemigo... este es el verdadero peligro.
- Quizás lo más importante de todo esto es que el otro no deja de ser un humano tal que uno mismo...
- Sí, es así. Esto es lo que mostró Kakfa, que incluso la cucaracha puede ser humanizada. Y ahora parece que estamos en el punto contrario. Algunos seres humanos son cucarachizados como portadores de la peste y lo peor de todo es que de este movimiento también suele participar el progresismo.
- ¿Se puede cambiar este relato?
- Sí, dando paso a la reflexión sin juzgar. Pretender comprender al otro. Los medios también podrían mostrar la humanidad del "otro".
- ¿Aceptar al otro no nos debilita?
- Al contrario, nos hace más fuertes. No aceptar la realidad y sus diversidades nos va convirtiendo en seres cada vez más frágiles y unívocos. Lo único reduce posibilidades. La sed de venganza aposta por eliminar a lo "otro" y eso implica reducir posibilidades de vida. Aceptar, por otra parte, no tiene porque implicar ceder a toda costa. La aceptación no implica renuncia. La aceptación sí que implica dejar de lado la violencia.
- ¿Me quieres?
- Por supuesto.
- ¿No te importa que no tenga corazón?
- Por supuesto que no.
- ¿Por qué?
- Porque de no hacerlo estaría desaprovechando el hecho de que yo sí que lo tengo."
* Aquest post ha estat escrit en castellà per degustar l'alteritat que habita en mi.
Roman Aixendri Cugat va néixer molt jove, a l'edat de zero anys. A mesura que s'anava fent gran s'anava preguntant cada vegada més coses, fins que un dia es va trobar dins de la facultat de filosofia, i després a la de comunicació audiovisual cosa que li provocà més dubtes. Quan no dubta se posa a escriure i viceversa.